Los cuentos son historias que no son complicadas de entender y que todo de lo que se habla es fantasía. Los cuentos son considerados para los niños,por que están llenos de fantasía
ELEMENTOS DEL CUENTO
El teme del cuento:Es el asunto del que trata
Historia:Se compone del inicio,desarrollo y desenlace
Trama:Es el orden en el que el narrador cuenta los hechos de el cuento
Ambiente:Se compone de elementos como el tiempo, espacio, entorno social, etc.
Narrador:NARRADOR EN PRIMERA PERSONA,NARRADOR TESTIGO,NARRADOR EN SEGUNDA PERSONA,NARRADOR EN TERCERA PERSONA,NARRADOR OMNISCIENTE
CARACTERÍSTICAS:
Ficción
Argumental
Única linea argumental
Estructura del efecto
Protagonista
Unidad de efecto
Prosa
Brevedad
EJEMPLOS:
BLANCA NIEVES Y LOS SIETE ENANITOS
Blancanieves era una bella niña que tenía grandes sentimientos. Siendo aún muy pequeña su madre murió y, tiempo después, su padre volvió a rehacer su vida al lado de otra mujer. La madrasta de Blancanieves era una terrible mujer y la envidiaba muchísimo a causa de su belleza. La madrasta de Blancanieves poseía un espejo mágico que era capaz de decirle quien era la mujer más guapa del reino. Ella siempre muy confiada le decía:
– Ohhh espejito mágico, ¿podrías decirme tu quién es la más guapa?
– Eres tú mi señora, la más bella de todas – el espejo respondía ante la petición de su ama.
Hubo una ocasión en que la respuesta del espejo no fue la que ella acostumbraba a escuchar sino que en su lugar dijo:
– Mi señora eres tú muy guapa pero, siento decirle que hoy Blancanieves es más guapa.
Al escuchar aquella respuesta la mujer enfureció muchísimo pues no entendía que Blancanieves fuese la más hermosa. Debido a esto reunió a todos sus sirvientes con prisa y les dijo:
– Hace unos instantes el espejo mágico me ha revelado que ahora Blancanieves es más guapa que yo. Es por esto que les ordeno que la capturen, la lleven al bosque y la maten, y para estar segura de que cumplieron la orden, me traen en una caja su corazón.
Todos los sirvientes, ante tal orden, fueron en busca de la joven y al encontrarla le propusieron ir a dar un paseo por el bosque. Mientras daban el paseo, todos los empleados iban comentando que no podían hacer eso porque la pequeña Blancanieves era muy buena y noble y no se merecía ese castigo.
Después de un rato caminando llegaron a las profundidades del bosque, y ahí todos los sirvientes le contaron que su madrastra los había enviado a matarla pero que ellos no podía hacer eso, la dejaron ahí y le pidieron que huyera. En su lugar, le llevaron a la madrastra un corazón de un jabalí para que no sospechara.
La pobre muchacha empezó a caminar por el bosque hasta que encontró una pequeña casita y entró. En el interior todo era muy pequeño, había una mesa muy chiquitica, 7 sillitas y 7 camitas. La pobre Blancanieves tenía mucha hambre y estaba un poco cansada así que se comió todo lo que había en los siete platitos y después se acostó sobre las siete camitas.
Esta pequeña casita que Blancanieves había invadido tenía dueños, y no eran nada más y nada menos que siete enanitos. Al llegar estos a la casa se percataron como la niña dormía tan placenteramente sobre sus camas. Uno de los presentes al verla dijo:
– ¡Nunca había visto tanta belleza! Vean que linda es.
– Si es muy bella – respondió otro de los enanos – Podría quedarse a vivir con nosotros.
Y así sucedieron las cosas, al despertar ella les contó todo lo que había sucedido y las terribles cosas que su madrastra pretendía. Al terminar le pidieron que se quedara con ellos y ella accedió muy contenta.
La madrasta no se daba por vencida y seguía preguntándole a su espejo que quien era la más guapa de todas, y el espejo como no podía mentir, respondía una y otra vez:
– Mi señora eres tú muy guapa pero, siento decirle que hoy Blancanieves es más guapa.
La madrastra muy enfadada decía – esto no puede ser, ella está muerta, yo vi su corazón.
El espejo ante tal exclamación le dijo a su señora:
– Siento decirle que fue engañada, ella no está muerte, sino que vive aún, y está en una pequeña casa en el bosque junto a siete enanitos.
La madrastra muy enfadad, al descubrir que había sido engañada y que la joven aún vivía, se disfrazó de vieja y se dirigió hacia donde estaba la pequeña. Para poder acabar de una vez con ella, llevaba una cesta con manzanas que estaban envenenadas. Al llegar a la casa tocó a la puerta y Blancanieves dijo:
– ¿Quién llama a la puerta? – dijo Blancanieves.
– Mi niña, soy una anciana muy pobre y he venido a traerte manzanas – respondió la malvada madrastra.
Al escuchar esas palabras, Blancanieves abrió la puerta y al ver las hermosas manzanas no pudo resistirse. Tomó una ye inmediatamente cayó muerta. La terrible mujer se marchaba riendo mucho y muy alegre de que por fin había logrado acabar con Blancanieves y ser ella la más hermosa de todas.
Los enanitos, al llegar a la casa se encontraron a Blancanieves tendida en el suelo y ellos muy entristecidos empezaron a llorar. Los enanitos muy apenados construyeron una caja de cristal en la que pusieron a Blancanieves y la trasladaron al bosque. Mientras estaban allí, el príncipe pasó y se quedó maravillado con la belleza de Blancanieves y sintió mucho la tristeza de los enanitos. Fue entonces cuando decidió abrir la caja y besar a Blancanieves, que despertó.
¡Qué alegría tenían todos los enanos cuando vieron que Blancanieves estaba viva, no paraban de saltar de la emoción! Después de esto el príncipe se casó con Blancanieves y ellos junto a los siete enanitos vivieron juntos en el palacio.
CAPERUCITA ROJA
Érase una vez una niña que era muy querida por su abuelita, a la que visitaba con frecuencia aunque vivía al otro lado del bosque. Su madre que sabía coser muy bien le había hecha una bonita caperuza roja que la niña nunca se quitaba, por lo que todos la llamaban Caperucita roja.
Una tarde la madre la mandó a casa de la abuelita que se encontraba muy enferma, para que le llevara unos pasteles recién horneados, una cesta de pan y mantequilla.
– “Caperucita anda a ver cómo sigue tu abuelita y llévale esta cesta que le he preparado”, –le dijo. Además le advirtió: –“No te apartes del camino ni hables con extraños, que puede ser peligroso”.
Caperucita que siempre era obediente asintió y le contestó a su mamá: – “No te preocupes que tendré cuidado”. Tomó la cesta, se despidió cariñosamente y emprendió el camino hacia casa de su abuelita, cantando y bailando como acostumbraba.
No había llegado demasiado lejos cuando se encontró con un lobo que le preguntó: – “Caperucita, caperucita ¿a dónde vas con tantas prisas?”
Caperucita lo miró y pensó en lo que le había pedido su mamá antes de salir, pero como no sintió temor alguno le contestó sin recelo. – “A casa de mi abuelita, que está muy enfermita”.
A lo que el lobo replicó: – “¿Y d ó nde vive tu abuelita?”.
– “Más allá de donde termina el bosque, en un claro rodeado de grandes robles”. – Respondió Caperucita sin sospechar que ya el lobo se deleitaba pensando en lo bien que sabría.
El lobo que ya había decidido comerse a Caperucita, pensó que era mejor si primero tomaba a la abuelita como aperitivo. – “No debe estar tan jugosa y tierna, pero igual servirá”, – se dijo mientras ideaba un plan.
Mientras acompañaba a esta por el camino, astutamente le sugirió: – “¿Sabes qué haría realmente feliz a tu abuelita? Si les llevas algunas de las flores que crecen en el bosque”.
Caperucita también pensó que era una buena idea, pero recordó nuevamente las palabras de su mamá. – “Es que mi mamá me dijo que no me apartara del camino”. A lo que el lobo le contestó: – “¿Ves ese camino que está a lo lejos? Es un atajo con el que llegarás más rápido a casa de tu abuelita”.
Sin imaginar que el lobo la había engañado, esta aceptó y se despidió de él. El lobo sin perder tiempo alguno se dirigió a la casa de la abuela, a la que engañó haciéndole creer que era su nieta Caperucita. Luego de devorar a la abuela se puso su gorro, su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegase el plato principal de su comida.
A los pocos minutos llegó Caperucita roja, quien alegremente llamó a la puerta y al ver que nadie respondía entró. La niña se acercó lentamente a la cama, donde se encontraba tumbada su abuelita con un aspecto irreconocible.
– “Abuelita, que ojos más grandes tienes”, – dijo con extrañeza.
– “Son para verte mejor”, – dijo el lobo imitando con mucho esfuerzo la voz de la abuelita.
– “Abuelita, pero que orejas tan grandes tienes” – dijo Caperucita aún sin entender por qué su abuela lucía tan cambiada.
– “Son para oírte mejor”, – volvió a decir el lobo.
– “Y que boca tan grande tienes”.
– “Para comerte mejooooooooor”, – chilló el lobo que diciendo esto se abalanzó sobre Caperucita, a quien se comió de un solo bocado, igual que había hecho antes con la abuelita.
En el momento en que esto sucedía pasaba un cazador cerca de allí, que oyó lo que parecía ser el grito de una niña pequeña. Le tomó algunos minutos llegar hasta la cabaña, en la que para su sorpresa encontró al lobo durmiendo una siesta, con la panza enorme de lo harto que estaba.
El cazador dudó si disparar al malvado lobo con su escopeta, pero luego pensó que era mejor usar su cuchillo de caza y abrir su panza, para ver a quién se había comido el bribón. Y así fue como con tan solo dos cortes logró sacar a Caperucita y a su abuelita, quienes aún estaban vivas en el interior del lobo.
Entre todos decidieron darle un escarmiento al lobo, por lo que le llenaron la barriga de piedras y luego la volvieron a coser. Al despertarse este sintió una terrible sed y lo que pensó que había sido una mala digestión. Con mucho trabajo llegó al arroyo más cercano y cuando se acercó a la orilla, se tambaleó y cayó al agua, donde se ahogó por el peso de las piedras.
Caperucita roja aprendió la lección y pidió perdón a su madre por desobedecerla. En lo adelante nunca más volvería a conversar con extraños o a entretenerse en el bosque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario